Efectos del Aire Contaminado
Se denomina, Síndrome del Edificio Enfermo, (SEE) cuando coinciden estos tres factores:
Más del 20% de los trabajadores se quejan de malestares diversos
Mareos, dolores de cabeza, congestión, irritación en piel y mucosas, fatiga mental, carencias respiratorias…
Los síntomas son inespecíficos
y su origen es multi-causal.
Los síntomas son temporales
Desaparecen minutos u horas después de abandonar el edificio.
Los síntomas más típicos del síndrome del edificio enfermo (SEE) son: lagrimeo, congestión, dolor de cabeza, irritación de garganta, tos, estornudos, frecuencia de resfriados, sequedad de boca, piel y labios, erupciones cutáneas, pérdida de concentración, fatiga mental, somnolencia e incluso, carencia respiratoria (bostezos, agotamiento, sensación de ahogo…).
Estos síntomas se presentan al poco de entrar y no desaparecen, hasta poco después de salir del edificio y en vacaciones. Los síntomas aumentan por la tarde y son más frecuentes en edificios públicos.
Según la O.M.S. muchas veces, los síntomas no desaparecen tras tomar las medidas correctoras y se dan en un 99% de los casos, en edificios herméticos, con ventanas no practicables, aire acondicionado, salas cerradas y húmedas, (con más del 60% de humedad atmosférica) ricas en polvo, o fibra (moquetas).
Se considera síndrome, si afecta al menos al 20% de la plantilla. El 30% de los edificios con las características mencionadas y de las zonas industriales, sufren el citado síndrome. A la larga, todo se traduce en bajas por enfermedad y absentismo laboral.
Sin embargo, en el caso de la Legionelosis, fiebres del humidificador, tuberculosis, alergias… no puede hablarse de SEE sino, de Enfermedades Relacionadas con el Edificio, (ERE), cuestión de naturaleza distinta. Son menos frecuentes, pero a menudo, más graves, ya que no son de carácter temporal, no desaparecen al abandonar el edificio, y van frecuentemente acompañadas de signos físicos y hallazgos de laboratorio.
La prevención de las SEE y de las ERE, no sólo es de máximo interés donde se concentra mayor proporción de personas inmunodeprimidas, (hospitales y residencias de ancianos), sino, además, en cualquier aire confinado donde se encuentren personas.
Los edificios de alto riesgo son:
Los que no tienen ventanas practicables, al incluirse el aire por sistemas de ventilación forzada, que ahorran energía; los que son ricos en revestimientos textiles; y los que gozan de un ambiente termo-higrométrico estable y agradable. Pero, eso no quiere decir, que en los edificios con ventanas no pueda desarrollarse un SEE.
Los contaminantes que provocan estas afecciones son de dos tipos: químicos y biológicos. En España, la mitad de los problemas de SEE, se deben a microorganismos. En zonas secas, como Madrid, el 35% de los casos de SEE se deben a bacterias y el 15% a hongos, pero en lugares húmedos, el porcentaje de casos por hongos, aumenta de forma muy importante.
Las vías de entrada son la inhalatoria (Fiebre de los humidificadores; debida a actinomicetos termófilos (T.vularis, T.candidus…) y la cutánea (airborne dermatitis;). Además, se crean o agudizan los cuadros alérgicos típicos, (rinitis, conjuntivitis, catarros descendentes de repetición, asma, dermatitis, urticarias…). El aumento de concentración de Dermatophagoides y otros ácaros, en los filtros de aire acondicionado, que no se cambian periódicamente y el aumento espectacular, del crecimiento de los hongos se ven sumados, en primavera, al reciclaje y concentración de polen del aire exterior.
Higiene Industrial
Existen diversas leyes, enfocadas a preservar la calidad y normas de higiene, relativas a los productos alimenticios y las instalaciones, donde se preparan, o administran estos alimentos, (RD2207/19959), así como otras, que, preservan a los trabajadores contra los riesgos, relacionados con la exposición a agentes biológicos durante el trabajo (RD 664/1997).
Otro factor, no menos importante, para controlar la calidad del aire en la industria alimentaria, es el hecho de que, numerosos microorganismos son alterativos de los alimentos. Por ello su control es necesario en las fábricas, cocinas, cámaras frigoríficas.
De nada sirve controlar el alimento y sus materias primas, si durante su posterior empaquetado, o transporte, se contamina con microorganismos indeseables. La imagen de la empresa, está en juego. Un queso, un salchichón excelente, son invendibles cuando, tras una fabricación esmerada, se ven invadidos por mohos verdes, en su almacenamiento o transporte. Si la industria hubiese controlado periódicamente la calidad microbiológica del aire, habría podido saber, si tenía que cambiar de desinfectante ambiental, antes de perder un montón de clientes.
Los laboratorios y las fábricas de medicamentos, son especialmente sensibles, a la presencia de todo tipo de aeroplacton contaminante, por lo que, deben ser los más estrictos en su control.
Las grandes torres de refrigeración, que a menudo funcionan en las industrias de toda índole, deben someterse a controles y acciones de mantenimiento, destinadas a prevenir la legionelosis, que incluyen controles microbiológicos.
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